Se dice que hace muchísimo tiempo atrás y antes que las personas habitásemos
el mundo, las aves volaban con suma libertad y envolvían el cielo en sus bellos
colores y en sus proezas aéreas, que tanto hemos soñado con lograr si pudiésemos
surcar el azul manto del cielo. Se les veía dibujar sus sombras sobre la verde cúpula
de los arboles y la hierba movida por la suave brisa en los campos, se podía observar
sus nidos en los arboles y en los riscos, en las praderas y en las montañas y
se podía ver como en sus diferentes especies adornaban el mundo.
Pero sucedía que todos podían emitir graznidos, pero ninguno se le
escuchaba cantar, se sentían orgullosos de sus plumajes y no les importaba el
canto, al menos hasta que un día en que sucedió algo que cambiaria el curso de
la historia para las aves del mundo.
Llego un cóndor con sus impresionantes alas y visiblemente exhausto
aterrizo en medio del bosque exclamando a viva vos en el idioma de las aves: -
¡Casi lo logro, casi lo logro, un poco más y la habría escuchado bien! Pronto
todas las aves se acercaron y mientras él retomaba el aire esperaron una
explicación mas clara de lo que venia anunciando, y una vez estuvo tranquilo
inicio aquel momento histórico.
- ¿Qué es lo que casi logras escuchar?
Exclamo el cóndor: – Como todos saben con mis poderosas alas puedo
subir muy alto y un día logre oír vagamente la música de los cielos y desde ese
día he estado intentando subir lo mas alto posible para escucharla bien y
aprenderla.
Le salió al paso el águila y le dijo: – A decir verdad yo igual vuelo
muy alto y también la he oído alguna vez, pero creí que me estaba volviendo
loco por lo que nunca dije nada ni intente subir más.
El búho entonces exclamo calmadamente: - Sera demás entonces decir que
como las aves somos los que tenemos el privilegio del vuelo, somos los que
debemos aprender ese canto celestial y traerlo a la tierra para el deleite de
las demás criaturas…
Todavía estaba hablando cuando el halcón intervino: -Esa misión recae
en nosotros los mas poderosos, y los únicos que podemos subir tan alto, ya que
las aves mas pequeñas como los jilgueros, colibríes, petirrojos y demás miniaturas
jamás tendrán ni la habilidad ni el poder de llegar a lo mas alto.
Le respondió nuevamente lleno de sabiduría el búho: - Hermano mio no
menosprecies a nuestros pequeños congéneres de los cielos, recuerda que son
parte del balance de la naturaleza y a la vez son aunque pequeños, parte
importante de la creación.
Sin escucharle todos los poderosos y de enorme envergadura empezaron a
discutir sobre quien debería de ser el que subiera hasta lo mas alto para
aprender aquella música celestial, y terminaron por decidir que se turnarían uno
por uno a subir y el que lo lograse seria el que tendría el honor de repetirlo,
y así empezaron a subir uno a uno, y de la misma forma a fracasar uno a uno en
el intento.
Solo se les escuchaba exclamar las mismas palabras con las que el
cóndor había descendido ¡Casi lo logro! El búho por su parte y sin perder su
calma habitual, empezó a ver a su alrededor y veía como las pequeñas avecillas
ya hacían tristes por no poder intentarlo, todos excepto uno que enérgicamente batía
sus alas y pensaba en intentarlo.
- Amigo mio – le expreso el búho, - Veo que en tu corazón arde el deseo
de demostrar que aunque pequeño tienes el valor para hacer tu intento.
- Así es, yo no creo que por ser pequeño yo no puedo aprender esa melodía
celestial, pero sé que mis alas no me darán para llegar siquiera a la mitad de
lo que al águila, el halcón, el buitre y los demás han podido llegar, pero no
por ello me daré por vencido sin intentarlo.
El búho le dijo entonces: - Bien si así lo deseas así será
El búho en es instante extendió sus alas y tomo a la pequeña ave entre
sus afiladas garras, pero con el sumo cuidado de no dañarlo, y mientras el cóndor
empezaba a alzar vuelo el búho paso veloz sobre su espalda dejando caer al
avecilla quien rápidamente se agazapo entre el grueso plumaje del cóndor, sujetándose
con sus patas y su pico que al ser pequeños pasaron desapercibidos por el
cóndor.
La avecilla primero con miedo y después con seguridad vio como cada vez
mas el cóndor subía con sus alas extendidas en medio de una espiral, podía sentir
el viento deslizándose entre las plumas del cóndor y las propias, y escuchaba
su silbido al colarse entre los pelillos de estas, su corazoncito latía
incesantemente mientras las nubes pasaban a su alrededor y podía ver como
cambia de tonalidad el azul del cielo.
Y justo cuando el cóndor estaba cansado y empezó a bajar, salió de su
espalda y batiendo enérgicamente sus alas empezó a subir y subir viendo como el
cóndor bajaba derrotado, y de pronto se vio envuelto por una melodía única, un
canto celestial, que pudo aprender completamente, al sentirse cansado extendió sus
alas dejándolas inmóviles y descendió.
Desde aquel día todas las aves pequeñas aprendieron una parte de la canción
por especie y la repiten sin cesar mientras que las grandes aves solo emiten
sus graznidos, mientras que el Ruiseñor repite orgulloso el canto que aprendió
en lo alto de los cielos.
Nunca menosprecies a nadie, todos
tenemos un don y un lugar importante y mientras tú ves a alguien que quizás pienses
que no vale la pena ayudar o valorar, recuerda que también puede haber otro
pensando lo mismo de ti, así que porque no colaborar todos para poder cantar la
melodía celestial.
Comparte tus palabras en los comentarios, y si quieres que alguien más lea esto aquí abajo encontrarás la manera de compartirlo en tus redes sociales, también puedes seguirme en
Facebook y en
Twitter para mantenerte al tanto de las siguientes publicaciones. O puedes suscribirte con tu correo electrónico en la casilla de abajo.
Si te gusto esta historia te invito a leer "Prejuicios y el grito de la conciencia" dando clic
aqui se que te gustara esta reflexión
Entre tanto hasta nuestro próximo post.
Hermoso relato y buena moraleja que sin duda podemos y debemos aplicar a nuestra vida. La humildad y el valorar a los demás nunca nos perjudicarán pero sí pueden hacernos personas justas :)
ResponderEliminarMuy bonita la historia, me ha gustado mucho!
Un abrazo.
Julia muchísimas gracias por venir y también gracias por tu apreciación, me algra que te gustara el cuentecillo un fuerte abrazo :-D
EliminarLa verdad es que muchas veces las personas (que a fin de cuentas estamos representadas en ese texto por los pájaros), se creen más que los demás, y es el fallo. No debería haber nadie por encima de nadie, todos somos capaces de llegar a donde queramos, cada uno en un camino distinto, pero la gracia de la vida es esa, que también ayudarnos es un paso hacia el progreso. Una buena historia Anto, ¡un abrazo amigo!
ResponderEliminarMuchas gracias Jose Carlos, quise retomar aquellas figuras de los cuentos de infancia donde los animales jugaban nuestros papeles a fin de tomar la atencón y dejarnos esas moralejas que hoy en dia llevamos dentro, me alegra que te gustara y muy ciertas tus palabras, todos juntos somos mas fuertes que unos contra otros.
Eliminar¡un abrazo igual para ti amigo mio!