El camino de una vida (parte 5)

- Ha pasado mucho tiempo Sara… No
sé realmente como se recuperará tu padre o si volverá a ser el mismo, lo cierto
es que después de todos estos años no sabemos cómo esta su cerebro, ni que
secuelas ha dejado el coma en él, de por si la recuperación de su cuerpo será lenta.
Aquellas palabras del doctor se iban haciendo eco en la mente de Sara mientras observaba a su padre fuera de la habitación, sabía que el tiempo había pasado y que el camino no sería más fácil en lo absoluto, pero su amor de hija le impulsaba a seguir enfrentando la situación junto a él. Su padrastro les había apoyado económicamente todo este tiempo sabiendo que mantener la hospitalización de don Saúl no era barato de mantener y aunque había sido todo muy triste todos habían continuado con sus vidas, incluso ella en parte.
Su boda estaba ya en planes y su madre estaba casada con su padrastro, que aunque había sido excelente líder de familia y la trato como propia no sustituía al hombre que le dio la vida, Diego había trabajado durante mucho tiempo con Saúl, como contador les apoyo mucho durante los primeros meses, pero según el tiempo pasaba el cariño fue creciendo y junto con su madre habían hecho frente a los negocios de su padre consolidándolos y permitiéndoles salir adelante con sus vidas, pero Diego respetuosamente se mantuvo como el contador y trabajando por su parte generando su propio ingreso, dejando a su madre como única propietaria y administradora de la empresa familiar.
Durante sus estudio de enfermería conocería a Gabriel, un joven y prometedor estudiante de medicina, inteligente y apuesto pero sobre todo un caballero que la supo enamorar, mientras el tiempo pasaba y por amor la siguió en su sueño de estar cuidando de su padre en el mismo hospital que le tenían y al cabo de un tiempo aquel joven estudiante se volvería neurocirujano y el médico que le devolvería su padre a Sara.
- Gabriel, cielo, yo sé a lo que te refieres y entiendo plenamente la
situación créeme que te estaré eternamente agradecida por todo lo que has
hecho, pero tengo fe en él, pero sobre todo en ti… Amor tú has sido nuestro ángel…
Sara se derrumbó en los brazos de Gabriel y su llanto empezó a derramarse en la bata de aquel joven médico pero sobre todo en su corazón, jurándose que pasara lo que pasara él haría todo lo que estuviera a su alcance para ayudar al padre del amor de su vida, si le importaba a ella le importaba a él.
Diego conducía como en sus años de juventud por la autopista, el velocímetro había pasado a segundo plano en su mente y únicamente resonaba en su cabeza el llamado de su esposa, Diana había sido para él un bálsamo en su herido corazón, haberse sabido engañado y abandonado por quien considero una buena esposa no le había permitido amar por mucho tiempo, pero eso fue precisamente lo que abono a su relación con Diana, ya que en lo último que pensó fue en enamorarse y mientras le apoyo solo pensaba en sacar adelante a la familia de su socio.
Con el paso del tiempo se fueron entendiendo y mientras los años pasaban se fueron volviendo cada vez más importante el uno para el otro, hasta que aquel día en el Hotel Burdes luego de aquella cena de negocios en la que lograron consolidar la empresa de su ahora esposa el tiempo les empezó a jugar a favor después de que su cliente se había marchado.
- Ha sido maravilloso –Dijo Diana- muchas gracias por haber aceptado a venir conmigo esta noche, yo sabía
que podía contar contigo y honestamente no habría hecho todo esto sola…
- Por nada, no podía dejarte sola con ese cliente, en especial sabiendo
que de este trato podíamos asegurar muchísimas cosas para el futuro de la compañía.
Diana entorno sus ojos a la luz de la vela en la mesa y bajando la
mirada lentamente agrego en voz baja: - Diego has hecho mucho por mí y por mis
hijos gracias por nunca dejarme sola…
Diego deslizo su mano sobre la mesa y tomo la mano de diana entre las
suyas, y al verla a la luz de las velas su corazón empezó a latir como hacía
mucho no lo había sentido latir…
Mientras sus recuerdos le
calmaban su sentir el rótulo del hospital ilumino su parabrisas y pudo ver a Diana
junto a su hijo Jonathan sentados junto a la puerta del hospital, y un enorme vacío se formó en su pecho.
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