El camino de una vida (parte 2)

Capítulo 2

Mientras la mente divaga por descubrir los designios del destino, las horas se deslizan de entre las agujas del reloj como lo haría un puñado de arena entre los dedos, no es posible entender lo que pasa en los pensamientos de una persona, su cabeza es un mundo muy aparte de toda realidad imaginable. 

Pero no era muy difícil entender tras la mirada de aquel hombre envuelto en sábanas blancas, que el miedo y las dudas habían bloqueado sus sentidos, mientras un recuerdo en bucle le recorría de un lado a otro la línea de sus pensamientos.

Mientras seguía en silencio el haz de luz le dilataba las pupilas, la mano del médico era firme mientras sostenía aquella lámpara que iluminaba su mirada, una mano tibia y suave sostenía amorosamente la suya, entonces le saco de su silencio la voz grave del galeno que lo examinaba

- ¡Don Saúl! ¡Don Saúl! ¿Dígame, cuantos dedos observa?

Aunque conscientemente respondió, sus palabras no se articulaban y antes que la desesperación terminara de desbordar de entre sus lágrimas de confusión el médico le detuvo y le dijo con voz tranquilizante: “Tranquilo, es normal que luego de estos años en coma muchas cosas deban ser reaprendidas”. Aquellas palabras en lugar de reconfortarle le confundieron más.

¿Qué había pasado? si su ultimo recuerdo era de su hija jugando con un balón de colores y una bella esposa esperando un bebé… en ese momento como una ola reventando contra las rocas su mente reacciono, se vio a si mismo cayendo estrepitosamente y perdiendo la conciencia, ¿Dónde estaba su hijo?, ¿Cuánto tiempo había transcurrido? Mientras las preguntas se agolpaban en su corazón, una caricia en su mejilla le saco de su sopor,

- ¡Papi! Tranquilo yo he estado aquí a tu lado todo este tiempo, nunca te he dejado solo, ya hablé con mi mamá y viene de camino con Pablo, espero recuerdes al bebé que venía en camino, pues ha crecido y ya es todo un hombre. Por mi parte te seguiré cuidando hasta que te recuperes completamente, por eso pedí que me asignaran a este hospital cuando me gradué.

Y fundiendo su rostro empapado en lágrimas se recostó en el pecho de aquel hombre, quien silenciosamente empezó a acariciar el cabello de aquella hermosa joven, sus ojos se nublaron tras un manto de lágrimas que empezó a nublar su mirada, las palabras de su pequeña niña convertida en mujer le ahondaron la herida en su corazón, aquel pequeño que venia en camino no pudo sostenerle en brazos, aquel tiempo que quiso dedicar ya se había ido, aquel futuro que les quiso brindar ya había alcanzado su realidad.

Mientras en el trafico una mujer atribulada miraba a través de la ventana de un coche que zigzagueaba entre el tráfico, el tiempo había pasado y la soledad había hecho mella en su corazón abandonado incluso antes del incidente, la esperanza había sido nula y las llamas con el tiempo se apagan por mucho que se les quiera revivir.

Su celular empezó a vibrar, no respondió, y su expresión no dejaba lugar a dudas del nudo que en su pecho había empezado a tomar forma, ¿Cómo expresar? ¿Cómo explicar? Su hijo la miro de reojo y con sentimientos encontrados inquirió a su madre:

- ¿Mamá? ¡Madre! Mi papá te esta llamando, debe estar preocupado que no hemos llegado a casa, ¿ya le avisaste lo que paso?