De entre sus dedos se deslizó la moneda que cubría los servicios del
chofer, y mientras se sentaba aun recordaba con desdén las tormentas de su
mente, no hacia más que un par de años que había empezado a querer cambiar su
destino y ya estaba encontrando los primeros obstáculos para sus propósitos.
El sonido de la máquina en la puerta del autobús le recuperó de sus
pensamientos, pero lo que alteró de verdad su memoria, fue la dulce fragancia
que percibió, el la conocía muy bien, en varias ocasiones le había advertido de
su presencia y rápidamente levantó sus ojos marcados por la tristeza, pero llenos del brillo de la esperanza, mas sin embargo no era ella.
Rápidamente se dijo a si mismo cuan iluso era, ella no seria la única
que podría usar esa fragancia, pero aún así su corazón ya le había relacionado
hacia esa dulce mujer que hacia que su corazón navegase sin rumbo en una
sonrisa adormecida por la realidad, pero que soñaba con alcanzar la suavidad de
sus labios.
En su corazón nunca había habitado el amor de una mujer mas que el de
su madre, y el sabia muy bien que no conocía el arte de amar, pero sus
sentimientos le indicaban que ella era la indicada, y sobre todo por quien el
daría la vida, recordó unos metros antes de bajar en su destino como había sido
aquel día en el que inicio en ese trabajo. Luego de un año de desempleo tenia
las esperanzas puestas en crecer, y mientras sus pies pisaban tierra vino a su
mente la emoción del primer día.
Sin percatarse nuevamente vino a sus sentidos aquel aroma, sin pensarlo
giro la vista y esta vez si era ella, la había conocido justo ese primer día de
trabajo y sintió desde aquel momento como dicen las historias de amor, que la
conocía de hace mucho pero apenas era la primera vez que la veía en su vida,
como tantas veces ella estaba retraída en su teléfono móvil conversando con
alguien.
Para una leve tranquilidad, el ya sabia con quien ya que llevaba ya un
año en aquel lugar esperando su momento y consiente que ella necesitaba tiempo
para sanar su corazón de una herida profunda y dolorosa, y su madre era su
mejor consejera, tal ves ella todavía no estaba lista para amar, pero él estaba
dispuesto a esperarla o a dejarla ir según ella buscara su felicidad. Porque
ella valía todo a lo que el estuviera dispuesto hacer por amor. Pero ese día
era diferente, él estaba dispuesto a dar un paso adelante y ella a recibir su
acercamiento.
Ambos ya sabían lo que habían empezado a sentir mutuamente, aunque el
miedo todavía les hacia dudar, pero el amor siempre será una fuerza imparable y
aquella historia apenas estaba por iniciar….
Tras finalizar la jornada de aquel día, como ya se había vuelto una
dulce costumbre, él la estaba esperando y mientras ella salía el recordó el día
cuando ella iba delante de él, venciendo su en aquel entonces inocente timidez;
se le acerco apresurando el paso y le pregunto en que autobús ella regresaba a
casa, casi se le sale el alma al escuchar decirle que era en la misma que él
viajaba y como un niño al que le ponen un dulce en sus manos le pregunto:
-la acompaño
-bien, mejor así no me voy sola porque me da miedito.
De aquel día ya habían pasado los suficientes para cumplir un año y
medio en el cual le había visto llorar, y la había aconsejado, y ella le había
ayudado a alejar la soledad de su corazón, en el que se volvieron amigos y
confidentes, en los que se contaron todo y se habían revelado sus pasados, en
el que se enamoraron.
Al verla salir se puso de pie rápidamente y la charla empezó, y
continuo todavía después por la noche ya cada uno en su hogar pero enlazados en
su ahora acostumbrada llamada, la luz de plata ya hacia iluminando desde el
cielo aquel momento, de entre sus palabras la conversación tomo un nuevo rumbo.
Ya era su momento.
Mientras las nubes de la noche atravesaban a la inspiración de los
poetas una pregunta salió de sus labios y ambos confesaron lo que seria la
ultima cosa que se dirían como amigos:
-Yo siempre he tenido una oración, una que todas las noches le he dicho
a Dios en la espera de su respuesta.
-Creo que conozco esa oración porque yo también la he hecho muchas
veces
Y entre los dos a una voz permitieron a sus corazones enlazarse bajo la
luz de la luna y orar una vez más pero ya no en soledad.
-Yo siempre le he pedido una persona que me ame con todas las fuerzas
como yo le ame, que siempre este a mi lado y que tenga mi misma fe, que ame a
Dios sobre todas las cosas y a la virgen por ser la madre de Jesús, que este
dispuesta a ir hombro a hombro a mi lado y que sin importar cuan fuerte sea la
tormenta siempre este a mi lado y no se rinda, y que tenga la disposición de
envejecer a mi lado y amarnos para siempre.
-Yo la amo…….
A veces las personas pensamos que
el amor es un sentimiento, pero no es así, el amor es un verbo y un verbo es
acción, y la acción del amor es siempre y en cada instante de nuestras vidas
enamorar una y otra vez a quien amamos.
Si ya tienes pareja, recuerda
cuidarla o cuidarlo siempre, no olvides que tu eres con quien decidió estar y
es su decisión estar a tu lado, pero es tu decisión retenerle ahí y solo se
quedara si correspondes sus cuidos, sus atenciones, pero sobre todo su amor.
Y si todavía estas solo o sola,
no tengas miedo de pedirle a Dios a esa persona que quieres para ti y él te la
dará, confía en mí, después de todo mi esposa y yo lo comprobamos una noche a
la luz de la luna.
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Entre tanto hasta nuestro próximo post.
Un bonito relato con final en positivo, Antonio. La moraleja tras tus dulces palabras está clara: confiar en el amor y alimentarlo siempre :)
ResponderEliminarMe ha gustado mucho, gracias por compartir!
Un saludo.
Muchas gracias a ti por haberlo leido y aprecio mucho que te gustara, yo creo mucho en que el amor nunca muere si no se le deja morir un fuerte abrazo
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