Eran más o menos las
cuatro de la tarde en aquel pueblo sacado de una pintura, sus calles de un
entretenido entarimado de rocas pintadas en diferentes tonos de pétreos grises
y marrones, aceras estrechas que invitaban a los caminantes a regalarse una
amplia sonrisa acompañada de un cordial saludo, sus casas con tejados
montados sobre maderos que recordaban a los durmientes del ferrocarril, sus
puertas de madera y ventanales con balcones al estilo señorial y en el
trasfondo el hermoso cielo azul con sus nubes viajando como cartas familiares.
En la plaza central
acompañada del correr de los infantes y las conversaciones en las bancas a la
sombra de los árboles había una fuente, lugar de encuentro de amistades,
familia y amores, justamente ahí se habían citado para encontrarse José y su
hijo Benjamín, se habían separado durante la adolescencia del muchacho justo
cuando los estudios solo podían continuar en la metrópoli de la ciudad, José
había sido trabajador de la tierra toda su vida y del fruto de su trabajo su
hijo volvía como todo un universitario.
Envuelto entre nubes de
vapor la negra maquinaria navegante de los rieles llegó a la estación, desde la
fuente el corazón del padre latia profundamente al ver bajar a su hijo del tren
y envueltos en un abrazo como solo la familia lo puede dar se reencontraron el
árbol y la semilla, José llevó a su hijo hasta el comedor de la esquina donde
su madre atendía a los hambrientos, pero era hora de una humeante taza de café.
-Dime hijo, ¿cómo ha sido
tu vida en la ciudad? ¿Qué has hecho y aprendido hoy que ya te graduaste y
trabajaras como todo un profesional?
-Padre agradezco en el
alma todo tu trabajo y tu esfuerzo, hoy gracias a ti y a mamá estoy donde estoy
pero he extrañado grandemente este lugar y su tranquilidad, allá todo es muy
diferente y sumamente difícil a pesar de la recompensa monetaria.
-¿Entonces no eres feliz?
Preguntó el padre, a pesar
de que sus años y su experiencia le indicaba el sentir de su hijo y los
pensamientos que en su joven mente transitaban ante el reto que se le venía de frente,
al regresar a la ciudad lejos de casa y agregarse al mundo solo sin la
protección de quienes le dieron la vida.
-Claro que si papá me
siento feliz y orgulloso, pero escucho a tanta gente decir que la vida es dura
y complicada además he visto a tantos derrumbarse ante la dificultad y me da
miedo, creo que preferiría quedarme aquí con ustedes.
Mientras la vista de ambos
se desviaba hacia la calle ante el sonido de una carreta y un magnífico caballo
que la llevaba dócilmente a las órdenes de su amo, José pidió que les llevaran
dos tazas de café y una de agua hirviendo acompañado de un huevo sin cocer y
una papa de igual manera.
Mientras Benjamín
observaba sin comprender, su padre metió el huevo y la papa al tazón de agua
hirviendo, para luego indicarle que endulzara su café con miel y el endulzaría
el propio con azúcar. Mientras lo hacían su padre le dijo.
-Benjamín tu sabes muy
bien cuanto te amo hijo mío y que nada me haría más feliz que tenerte aquí a mi
lado, pero llega un momento en el que como las aves en los nidos de sus padres, los hijos deben extender sus alas para volar con fuerzas propias, y si te
retengo aquí solo haré que tus alas sean débiles para el día en que tu madre y
yo partamos.
-Lo sé papá, pero tengo
mucho miedo de no lograr nada y que no pueda ser lo que sueñas de mi, quiero
darles todo aquello que se privaron por criarme, darme el estudio y darme lo
que necesitaba, pero crecí aquí donde el ambiente de la gente es más cálido y
no donde cada día es un reto por salir adelante.
José entonces saco el
huevo y la papa le dijo a su hijo.
-Ves estas dos cosas,
ambas nacieron y crecieron seguras en la tierra al igual que las semillas con
las que está hecho tu café, las tres cosas tuvieron que alejarse de su sitio
seguro y enfrentar el agua caliente pero cada uno ha reaccionado diferente ante
la adversidad.
-Mira Hijo el huevo se ha
cocido, el es como la gente que trata de poner una coraza dura e impenetrable
ante la dificultad queriendo mostrar valor, pero por dentro esta le carcome
hasta cocerle.
-Mira ahora la papa ella
no presentó ninguna resistencia a la adversidad, es como la gente que por el
miedo no hace nada ante los retos y al final mientras la dificultad los ablanda
mas y mas, llegan hasta el punto que son demasiado blandos para poder
intentarlo y las oportunidades se les van.
-Ahora prueba mi café con
azúcar, las semillas de café también pasaron por el agua caliente, pero la
diferencia es que ellas modificaron su adversidad hasta convertirla en esa
sabrosa bebida que pruebas, es como las personas que nunca se rinden y a pesar
del miedo siguen adelante así cambian su agua caliente que les quema en un
delicioso café.
-Y tu café con miel, al
saborearlo puedes ver que es un sabor más suave y agradable, es porque la miel
es más natural que el proceso de la azúcar, así también debes ser natural
enfrentando tus retos y nunca sacrificar la rica esencia que te da el ser quien
eres, como a las tres cosas se las ha dado la tierra.
Así la tarde continuó con
los consejos sabios de un padre que aunque educado por la vida, sabía muy bien
los retos y dificultades de esta ya que los había tenido que enfrentar para
poder hacer a su hijo alguien noble para los demás. Benjamín volvió al tren a
la semana siguiente con una mentalidad diferente que le permitió hacer de su
vida un orgullo para sus padres.
Y nosotros que seremos huevo, papa, o delicioso café aromático endulzado con
miel.
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Entre tanto hasta
nuestro próximo post.
Precioso el consejo que le da el padre a su hijo, y muy poética la forma de enseñárselo, Me ha encantado tu relato, Anto, felicidades
ResponderEliminarMuchas Gracias Chari lo que pasa es que me voy contagiando del talento de todos ustedes me alegra mucho que te gustara un fuerte abrazo
EliminarPrecioso relato. Me ha gustado mucho. Muy dulce la forma en que el padre aconseja al hijo. Un abrazo
ResponderEliminarMuchas Gracias Eva me alegra que te gustara esta conversación padre hijo un fuerte abrazo también
EliminarEs precioso, Anto. Los consejos de un padre siempre hay que tenerlos en cuenta. ;)
ResponderEliminarUn abrazo.
Muy cierto Soledad me alegra mucho que te gustara un fortísimo abrazo
EliminarMe parece enternecedor y muy inteligente la forma en que el padre trata de explicarle a su hijo que la actitud ante las adversidades de la vida lo es todo. Un ejemplo sencillo y muy gráfico que me ha encantado. No hay nada como la sabiduría y el amor de un padre :)
ResponderEliminarPrecioso tu relato, Anto, me ha gustado mucho.
Un abrazo!!
Muchísimas gracias Julia, de verdad es muy gratificante ver tu comentario y sentir la alegría de que te gustara, aqui estara hasta que el tiempo diga lo contrario este loquillo y las reflexiones y los relatos positivos un fuerte abrazo :'-D
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