No existe nadie en este mundo que
no se haya formado un prejuicio de alguien en alguna ocasión, todos lo hemos
hecho, en su mayor parte lo hacemos tan rápido que incluso nos negamos la
oportunidad de interactuar siquiera con la persona, a quien hemos prejuzgado
sin conocerle siquiera, pero también hemos tenido la dulce amargura de hacerlo
y ver como nuestro prejuicio se desmorona y nuestra conciencia golpea brutalmente
nuestro pecho mientras nos grita desde lo profundo, que cometimos un error
enorme e injusto.
Un prejuicio es eso, juzgar a
alguien y formarnos una imagen de su forma de ser, actuar y pensar, que en el
90% de los casos es erróneo, sobre todo si somos de los que nos jactamos de
poder reconocer la forma de ser de alguien a primera vista.
He tenido la oportunidad de pasar
por la dulce agonía de equivocarme con alguien cara a cara, y darme cuenta a
tiempo lo equivocado que estaba, como a su ves he tenido la oportunidad de ver
el cambio de actitud hacia mi, de alguien que me ha prejuzgado, pero fuera de
estas situaciones que se llegan a resolver de manera hasta cierto punto
amistosa y cordial, están los casos cuando prejuzgamos a alguien en una situación
muy dispar, para luego quedar con un poderoso sin sabor y un cargo de
conciencia inmenso.
Tal es el caso de una pequeña
historia que traigo hoy como ejemplo.
“Era la fila de espera para pasar
con el asesor de el banco, casi era hora de cerrar y luego de un día largo y
pesado, cargado de emociones por los diferentes tipos de clientes que llegan
uno tras otro, el asesor pudo observar a un hombre de mediana edad, no vestía precisamente
como los ejecutivos que llegan a pedir prestamos para sus negocios, o mucho
menos los que buscan renganches para comprar autos de lujo, se le notaba
cansado, sus manos sucias denotaban su profesión en algún tipo de oficio
pesado, y distaba mucho de las manos limpias a las que estaba acostumbrado a
estrechar.
Esta demás decir que casi al
final de sus labores y dado su estresante cansancio no se sentía en lo mínimo atraído
a llamarle para atenderle, además su semblante rudo le indicaba que era seguro
un hombre para empezar soez de palabras y pesado de carácter, además de difícil
conversación pues se esperaba un reducido léxico de expresión. Desafortunadamente
para el mientras terminaba con su actual cliente podía escuchar que su
compañero iba para largo y su frustración crecía, creándose todas las imágenes mentales
mas denigrantes para su eminentemente siguiente cliente.
Para cuando el caballero se sentó
y saludo con la mas amable cordialidad que se puede imaginar, él le saludo
secamente ignorando que su primera impresión de carácter difícil en su
interlocutor había quedado destrozada, y le seguía atendiendo secamente su
solicitud de tarjeta de crédito, con la esperanza de que al ingresar su
solicitud al sistema y esperando una débil garantía de pago, podría deshacerse
de el fácilmente negándole su crédito.
Mas su sorpresa fue que al
ingresar a los datos de su cuenta de ahorros con el banco la suma ahorrada era
mas que suficiente garantía de pago para el limite de crédito ofrecido en la
tarjeta básica que él solicitaba, desarmado moralmente y mas que nada
sorprendido cayo en cuenta de la conversación amable que le extendía aquel
hombre ahora visto de manera ya un poco diferente, luego de completar las
formas el asesor solo atino a decirle.
- -Es una muy buena cantidad su ahorro y su tarjeta
ha sido aprobada inmediatamente.
A lo que el hombre respondió con
la dulzura que solo la sinceridad real compromete.
- - Si, durante años he ahorrado de el fruto de mi
trabajo, mi sueño siempre fue desde que vi a mis hijos nacer el poder darles la
educación que yo no tuve, para así poder verlos en lugar de como a mi, verlos
como a usted, con sus ropas limpias y con buena educación para que no sean mal
juzgados ni prejuzguen a nadie, sino mas bien sean personas de bien y con valores
para tratar bien a los demás como usted ha hecho conmigo, le agradezco su ayuda
pues con esta tarjeta iniciare mi propio taller para poder enviarlos a la
universidad y quien sabe, un día verlos aquí, atendiendo gente como yo.
Dicho esto le dio el apretón de
mano mas fuerte y sincero que en su vida había recibido y se retiro con una
sonrisa de alegría y dejándole una dura lección en su alma y su corazón.”
La próxima vez que estés a punto
de crearte un juicio apresurado de alguien recuerda, que puede haber alguien
haciendo lo mismo contigo en ese instante y mejor atiende al grito de tu
conciencia, pidiéndote que antes te des la oportunidad de conocerlo de verdad.
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