El camino de una vida (parte 5)

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Los números recorrían poco a poco la pantalla del elevador, Jonathan prudentemente guardaba silencio, si bien es cierto nunca le ocultaron la situación que envolvía a su familia durante toda su vida era la primera vez que percibía tanta tensión entre su madre y el único padre que él conocía, Diego estuvo ahí desde que él nació y con sus primeros años de vida el amigo de su madre había sido muy importante en su primera infancia y al cumplir sus 7 años se convertiría legalmente en su padre. En su mente estaba Alison su hermana pequeña no hacía más de un mes que celebraban su octavo cumpleaños y sin saber la historia familiar como estaría en ese momento, pero al ver el rostro de sus padres tan perturbado se retenía a preguntar, ya habría lugar para ello pues de momento su joven corazón también latía a mil y se aceleraba con cada piso que subían pues a fin de cuentas y aunque jamás trato con el hombre en camilla este era su padre biológico. Las puertas del elevador se abrieron y mecáni

Cuando creías que no te estaba mirando

Habían momentos en los que aprendí mucho de ti, instantes donde podía darme cuenta de quién eras realmente, pero no eran aquellos en los que mientras yo estaba presente, tú actuabas de manera especial y muy bien pensada para que yo pudiera imitarte algún día; sino que fueron momentos en los que creías que no te estaba mirando. Eran momentos en los que actuabas con naturalidad y no con la idea de que yo podía estar viéndote o escuchándote.

Siempre que sabias que yo estaba ahí, podía oír tus palabras diferentes, podía ver tus gestos distintos, parecía como si te censurabas a ti mismo y de una manera consciente, para que no fuera a escuchar algo que no debía escuchar, y además podía ver como usabas todas esas expresiones de cordialidad que tanto insistías en que aprendiera.

Pero cuando sabias que yo no estaba ahí, me sorprendías, aparecían nuevas cosas que de otra forma no veía en ti, tomaba nota mental para que no se me olvidaran y a veces cuando intentaba imitar esa faceta tuya, entre mis amigos me miraban como extraterrestre y mejor no me decían nada.

Tomaba memoria de las palabras para luego buscarlas en el diccionario, y quedar con los ojos cuadrados al darme cuenta de sus significados, y nuevamente al repetirlas con mis amigos se quedaban en las nubes sin saber que responder, y a veces mejor ni intentaban remedarlas, quizás porque al igual que yo antes de conocerlas no sabían su significado,

Veía tu trato con tus amigos y con las personas y sabes algo, hoy soy como tú…….

Hoy, hago tus gestos y siempre soy bien recibido porque según escucho, soy respetuoso, sigo usando aquellas palabras y sabes que, muchos me dicen que me expreso bien, pues las aprendí de ti y ahora son de uso diario para tener una buena conversación con gente que como al igual que tu leen mucho y usan palabras que de otra forma hoy no entendería.

Aprendí que a las personas se les debe tratar con igualdad y respeto, sin discriminar a nadie, y a apreciar la valiosa humanidad de cada quien, que la gente mas sencilla es muy sincera y que nadie es mas que nadie, que hacer el mal es prepararse un mal propio y hacer el bien es sembrar una semilla que cosecharan los que te siguen.

Cuando creías que no te estaba mirando yo estaba intentando seguir tus huellas que ibas dejando en el camino, y mis entonces pequeños pies hoy ya superan el tamaño de tus huellas, pero me hace falta mucho camino y experiencia para alcanzar su profundidad.

Y hoy ya hay alguien, intentando seguir las mías, cuando creo que no me están mirando…

Si ya eres padre estas palabras son para ti:

Amigos míos, cuando crean que no los están mirando, es cuando mejor ejemplo deben ser para sus hijos, ya que estos siempre están pendientes de nuestras acciones, nuestras palabras, y nuestros pasos. No se trata de actuar una forma de ser, para asegurarnos de que ellos sean buenas personas en el futuro, se trata de ser buenas personas nosotros, y siempre predicar con el ejemplo, no intentemos ser falsos con ellos y actuar de formas distintas a nuestras palabras, sino que hay que educarlos a cada minuto del día, los trescientos sesenta y cinco días del año, durante toda su vida, porque nunca sabemos lo que aprenderán de nosotros, cuando creamos que no nos están mirando.

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Entre tanto hasta nuestro próximo post.




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