El camino presenta oportunidades,
y las oportunidades retos.
Esas palabras adquirirían un
nuevo significado en mi mente, sobre todo luego de entender que los retos se
hicieron para enfrentarse y las metas para romperse y rebasarlas, de aquel
momento cuando cree este blog y lo presente como un lugar donde compartir
palabras positivas entre experiencias, reflexiones y relatos. No imagine que
tendría la grata sorpresa de convertirme en arquitecto de mis propios ánimos y
en dibujante de mi destino, y que mi tiempo de escribir pasaría a tiempo de
estudio y crecimiento.
Resulta hermoso darse cuenta que
todo aquello que dijiste se convierte en realidad y que aquellas palabras
plasmadas en una hoja virtual tras la pantalla de un ordenador, se convertirían
en tus acompañantes y celadoras de valor, en fuente de reflexión y pensamiento,
donde una sonrisa se esboza tras el brillo en la mirada de alguien que agradece
al cielo el nuevo camino al frente.
Lo cierto es que no hay sueño
imposible ni meta inalcanzable, no existe forma de fracasar en aquello que
visualizas con el alma desde lo más profundo de tu ser, y aquellas caídas que
has tenido en el camino solo han sido las cinceladas de la mano del escultor preparándote
para convertirte en su mayor obra de arte, pero como tal, no está terminada y seguirá
dando cinceladas para mejorarte.
Es fácil sentirte agobiado en
esos momentos, pero lejos de ello es mejor darte cuenta que esos tropiezos que
te asustan solo sirven para recordarte que estas en movimiento, porque cuando
no te tropiezas significa que estas estático en el mismo punto y desde ahí no
se avanza. Lo que debo destacar es que mientras observaba tras la ventanilla
del autobús y las cosas se movían rápidamente ante mi mirada comprendí la
bendición que hoy en día me hace salir de casa cuando aún no amanece y regresar
cuando ya anocheció.
Bendición realmente ya que he
empezado a ver los tropiezos que me están mostrando como he empezado a avanzar,
y entiendo grata y plenamente que este esfuerzo vera su rédito el día en el que
mis pequeños hijos me digan a viva voz, Papá yo quiero llegar más lejos que tú,
y yo pueda ver hacia atrás y darme cuenta que he recorrido un largo camino,
lleno de experiencias y enseñanzas, de esfuerzos y crecimientos, y en algún momento
de lagrimas que lavaron el polvo de la caída al suelo, solo para levantarse y
volver a andar.
Y cuando viendo hacia atrás pueda
ver el camino y su extensión, podre ver ese legado que estaré dejando, un
legado de valor y fe, un legado de amor envuelto en la esperanza de que mis
hijos aprendan la misma lección que yo y mi padre antes de mí, una lección que
se aprende solo en el camino más difícil de la vida, y donde se separa el valor
de la suerte entendiendo que solo con el trabajo duro y esfuerzo se puede
romper ese lazo que esta puesto en la meta que te espera.
Entendiendo que al romper ese
lazo, solo se logra iniciar una carrera más grande con otro lazo esperando a
ser superado y así sucesivamente, y la lección es que como padres o madres de
familia, somos el ejemplo y modelo a seguir para esas nuevas generaciones que
hemos traído al mundo en nuestros hogares, y que si su meta es superarnos,
entonces debemos llegar lo más lejos que podamos, con el único fin que ellos
sean mejores que nosotros.
Preciosa reflexión al camino andado y lo que nos puede acontecer en el camino y en el futuro. Un abrazo
ResponderEliminarHola María cuanto gusto, gracias por tus palabras y mucho ya por esta vez he podido escribir sobre esto que me esta pasando en mi historia personal, alegría y esfuerzo, pero con ansias de ver el fruto que dará. un abrazo enorme.
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