Escuchaba con atención a una señora que le decía algo a su acompañante
en un almacén, y le hacía una pregunta que en primera instancia podría parecer
en parte elocuente, pero si ahondamos en ella nos daremos cuenta de todo lo que
conlleva el hecho no de la respuesta, sino más bien del significado de la
pregunta en sí, y la pregunta era la siguiente: ¿Qué le puedo regalar a alguien
que lo tiene todo?
Resulta que según pude entender, la dama quería obsequiarle a su jefa
algo debido a las festividades decembrinas, pero resultaba que dicha personas
debido a un gran poder adquisitivo, tenía “todo lo que una persona puede
desear” eso, si lo ponemos en la perspectiva de lo material puede llegar a
interpretarse sumamente apabullante, pero si lo ponemos en la perspectiva de lo
emocional, recae en una profunda pobreza y vacío.
Con esto no quiero decir que el tener un fuerte poder adquisitivo,
comodidades económicas, y demás bondades de una vida confortable sea algo malo,
a fin de cuentas muchas personas que los poseen han trabajado arduamente para
poder llegar a ese punto en sus vidas, más bien me gustaría entrar en el hecho
de lo que a la estabilidad emocional concierne, siendo entonces que una persona
que lo tiene todo, es muy probable que esté deseando muchas cosas que el dinero
no puede comprar.
Tomemos una idea como ejemplo, esta persona a la que la dama quería
hacer un obsequio con mucho cariño podría estar esperando algo material, un
objeto de valor pero que a grandes rasgos podemos decir que carecería de
significado, y es que un obsequio no es en sí algo que se regala, un objeto que
podemos adquirir en base al dinero o en base a un gusto, es más bien un
presente lleno de emociones que pretende transmitir el sentimiento de aprecio y
cariño que se siente por esa persona.
Pero actualmente ese profundo significado que conllevaba el dar o
recibir un regalo ha pasado a ser más un compromiso que un halago, la gente ya
no regala por querer complacer o emocionar a alguien, por querer demostrarle su
aprecio y el valor emocional que esta persona tiene en su vida, ahora las
personas regalan por un compromiso, por una obligación social y no por una
muestra de afecto, por ello es muy común hoy en día que los grandes almacenes
brinden la opción de poder cambiar eso que nos regalaron y que no nos gustó.
Vemos filas de gente llegando a estos lugares expresando: “me regalaron
esto pero no me gusto y lo quiero cambiar, ¿con el dinero de lo que vale me
puedo comprar lo que yo quiera verdad?", si bien es cierto este modelo
beneficia a los negocios, va en un detrimento mayor aquella magia de un regalo,
y a su vez quien ha llegado a comprar el presente suele decir: “Le voy a llevar
esto y si no le gusta pues que lo venga a cambiar”, atrás quedaron esos
momentos que nos enseñaron nuestros padres y abuelos, cuando se salía en
ocasiones por un día entero buscando lo que se quería regalar.
Esas conversaciones que se tenían con la persona a la que queríamos
regalarle algo y empezábamos en una plática a querer sonsacarle sus gustos, o
aquello que le gustaría pero que no ha tenido la oportunidad de buscar o de
comprar. Esa magia de poder entregar esa caja muchas veces arregladas por
nosotros mismos y la emoción de esperar ver la expresión en el rostro del
agasajado y ver su alegría y sus ojos entornándose al presente y brindar un
sincero agradecimiento, y sin mencionar la alegría de verle días después con
nuestro presente y con el paso del tiempo ver que lo sigue usando y cuidando,
porque ese regalo significaba mucho.
Tal vez no sea tarde de poder reinventar toda esa magia y poder volver a
ver un regalo como una muestra de afecto y no como algo que se tiene que dar,
solo porque lo más seguro es que a nosotros también nos den.
Quizás no sea imposible y mucho menos difícil, ya que la respuesta que
le dio su acompañante a la señora me dejo mucho más impactado que la pregunta
en sí, me quede con la respuesta ya que envolvía una gran verdad y también
sería un muy buen regalo.
- ¿Qué le puedo dar a alguien que lo tiene todo?
- No sé, quizás para alguien que lo tiene todo mamá le podrías envolver
en una cajita un poquito de amistad, porque creo que le puede hacer mucha
falta.
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Entre tanto hasta nuestro próximo post.
La verdad es que me encanta hacer regalos, y cuanto más personales mejor. Los regalos que más me gusta hacer son los hechos por mí, y generalmente llevan fotos, jejeje.
ResponderEliminarMe caliento mucho la cabeza con esto de los regalos, y otras veces viene sin más.
ASí que por mí, esta magia está completamente recuperada.
Buena reflexión.
Un besillo.
Me alegra mucho lo que dices Maria, los regalos tienen que ser muestras de amor y de mucho afecto, que bello que lleves esa magia contigo siempre y nunca le dejes ir ya que personas así como tu dan regalos con el alma.
EliminarUn beso.
Por fortuna, algunos aún conservamos esa magia. A mi me encanta hacer regalos, y no entiendo hacerlos si no son "personales". Adoro investigar hasta que sé lo que más puede gustar y muchas veces son cosas hechas por mí. A mi madre el regalo que más le emocionó fue un librito con mis poesías, decorado por mí.
ResponderEliminarMe ha gustado tu reflexión, así como la respuesta a la pregunta con que comenzabas tu entrada. Un beso enorme, Anto
Muchas gracias Chari, y me alegro que tu tambien conserves esa magia y que tus regalos sean tan especiales como hacerlos tu misma, yo tengo la oportunidad de ver muy a menudo el otro lado, y es triste ver como las cosas se dan por darse y se devuelven sin ningún remordimiento, un beso enorme también y que tus regalos sigan siendo mágicos.
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