Carta de un viejo soldado
Eran más o menos las tres de la tarde, el viento soplaba casi
con desdén pero de manera fría desde el norte, los pasos se sentían casi
eternos desde su casa para David, si bien es cierto sabía que hacer cambiar de opinión
al viejo era una empresa casi titánica, su corazón de amigo le indicaba que
debía hacerlo, ya que después de todo su profundo sentimiento de amistad le
empujaba a ello.
Algo dentro de sí le hacía sentir un cierto presentimiento,
pero su voluntad casi inquebrantable le empujaba en cada paso hacia aquel
lugar, y una vez su mano se extendió hacia aquella enredadera que hacía las
veces de una cortina para dar paso entre el follaje y llegar a aquel trozo de
paraíso terrenal, un sentimiento ensombreció su corazón.
Y ahí estaba, todo permanecía en su lugar, excepto alguien, recorrió
con la vista el paisaje y su interior dio un vuelco al ver que Nicolás, el
eterno habitante no estaba, le invadió un profundo sentimiento de tristeza y
empezó a recorrer de nuevo con la vista el lugar, nada había perdido de su
impactante belleza, el agua, los peces, el árbol…
Rápidamente noto un objeto brillante
en una rama del árbol, empezó a buscar el bote para poder cruzar pero se percató
que este se encontraba en otro lado del río, se preguntó por un instante como
era posible y aunque por un momento pensó que posiblemente hubiese flotado
hasta ahí, la idea no duro mucho en su cabeza, pues a fin de cuentas la
corriente era desde el árbol río abajo y no hacia él.
Sin pensarlo demasiado se empezó a
despojar de sus zapatos y abrigo quedando solo en su ropa interior, y se lanzó
hacia el agua, las brazadas le acercaban una tras otra hacia el lugar hasta que
pudo cruzar a nado, ya en tierra de nuevo se percató que el bote estaba amarrado
donde Nicolás siempre le aseguraba para que este no se fuera con la corriente,
al ver esto se dio media vuelta más decidido, pero más lleno de preguntas a la
vez, sobre aquel objeto, un cilindro de metal se mostraba ante él perfectamente
colgado y amarrado en la rama del árbol.
Lo destapo con cuidado, y dentro de
él se hizo notar un rollo de papel en el que pudo reconocer la caligrafía de su
mentor. Rápidamente empezó a agitar sus manos en el aire para que se secaran de
la humedad de su travesía de nado, y una vez lo logró sacó lo que entendió era
una carta, mientras la extendía se dibujó en su imaginación que aquello sería
una carta de despedida y que Nicolás ya había partido a otro pueblo.
Pero aquello tendría sentido solo si
el bote hubiese estado al otro lado, sin más extendió completamente el rollo de
papel y mientras leía empezó a resonar en su mente la voz áspera y ronca de su
viejo amigo…
Mi buen amigo David, el hecho de que estas letras estén en tus manos solo
puede significar que tal como lo pensé no fui capaz de explicarte mi partida,
como también que tú sigues siendo un hombre de palabra y que nunca faltas a tus
promesas, he querido amigo mío, explicarte lo que se venía, pero mi profundo
aprecio por ti, como también tu impulso sentimental impidieron que pudiera
explicarte con claridad los últimos sucesos como también nuestros destinos, te
diré para empezar, que siempre estaré eternamente agradecido de haberte
encontrado aquel día en el río, intentando pescar como lo haría un árbol mal
sembrado y con una rama torcida.
En aquel momento te vi como la oportunidad de cumplir mi buena acción,
pero resulto que en el proceso realmente aprendí la lección que debía aprender.
Como te dije en su momento, ambos hemos aprendido mucho uno del otro durante lo
que este hermoso viaje duro, yo te pude dar conocimientos y educación, pero tú
le enseñaste a mi corazón lo que debía y necesitaba aprender.
Gratamente me convertí en tu mentor y pude replicar en ti, lo mejor de mí,
pero reaprendí sobre el valioso tesoro que es la amistad. En el viaje de mi
vida aprendí como cegar los sueños de alguien arrebatándole la vida durante mis
batallas en la guerra, pero contigo aprendí a alimentar dichos sueños y ver a
un hombre iniciar una nueva vida, entendí que nuestra existencia en este mundo está
hecha para la felicidad y no para el sufrimiento.
Entendí que los sueños se hacen realidad viviéndolos, entendí que hay que
dar de sí antes de pensar en sí, entendí que una verdadera ayuda se da
desinteresadamente, y que la bondad solo nace de la verdad y la sinceridad,
entendí que una persona puede cambiar su estrella si esta decide hacerlo con un
verdadero deseo, y si trabaja con ahínco para alcanzar su meta, entendí que la
libertad se lleva en el corazón y no en el camino que siguen nuestros pies.
Y entendí que por amor se puede dar hasta la vida…
Tu deseo de sacrificio por amor a tu esposa, aunque muy mal y muy perdido
de la realidad, estaba impulsado por un profundo amor, un amor incondicional
que solo puede sentir alguien que pone al ser amado antes que a sí mismo, un
amor como el que Jazmín sintió por mí. Pero que yo no me di la oportunidad de
sentir por ella, un amor sin egoísmo y con entrega total.
Fue hasta que entendí todas estas cosas que mi alma se liberó, y el
tiempo dentro de mí empezó a alcanzar al tiempo de mi exterior.
Cuando vine a este lugar luego de atentar contra la vida de mi cuñado, mi
corazón quedó sellado a este sitio por el amor de Jazmín, y mi cuerpo empezó a
envejecer pero no mi interior, ya que su sello de amor lo impedía, para darme
la oportunidad de que, en lugar de pagar mis faltas en la oscuridad, pudiera
acceder a la eternidad para estar con ella por siempre.
Pero esa promesa de libertad solo se cumpliría hasta que hiciera algo que
me volviera digno de ello y que superara mis errores del pasado, ante tal
comparativa y el peso de tantas vidas en mis hombros, llegue a pensar que la única
manera seria hacer una buena acción tras otra y que me pudieran liberar, empecé
a ir por ahí ayudando a mundo y medio junto con medio mundo más.
Hasta que llegaste tu amigo mío, alguien que no solo nunca podría
devolverme el favor, sino alguien que me enseñaría que eran dos buenas acciones
las que debía lograr, una seria en el alcance de una nueva vida para ti, y la
otra seria conmigo mismo, cuando yo llegue a entender que debía perdonarme a mí
mismo para empezar, y luego que debía de poner mi interés antes que los de los demás,
que tenía que ser original, verdadero y sincero, pero sobre todo “aprender a
valorar el tesoro de la tormenta”.
Jazmín vino hace unos días, por muy descabellado que te parezca todo lo
anteriormente escrito, y me dijo que mi ser había sido liberado, gracias a lo
que me enseñaste y al hecho que tú y tu esposa habían empezado a elevar
plegarias por mí, ustedes amigo mío, hicieron mucho mas bien en mi vida, de lo
que yo jamás habría podido hacer por ustedes, y ahí radica mi partida.
Sellado a una porción del paraíso por amor, y liberado por una verdadera
y sincera amistad, fortalecida por la bondad y el desinterés, esa era la llave
de mi libertad, que tanto tú como yo nos ayudáramos sin intereses más
profundos, que el bienestar del otro.
Adiós mi buen amigo, muchas gracias por todo lo que hiciste por mí,
lamento no haberte dicho todo esto en persona, pero al menos nuestro legado quedará en esta carta, que se convierte en un logro tanto para ti como para mí,
tu por leerla y yo por escribirtela, conservala y tomala como tu título de graduación, ya que sin nuestro encuentro ella no existiría, y solo Dios sabe lo que ello habría
significado en nuestras existencias.
Me despido no sin antes revelarte una parte del secreto que ha envuelto
todo este tiempo la frase “El tesoro de la tormenta”, que te dije en nuestro
primer encuentro, es algo maravilloso y muy poderoso, nace en lo más profundo
del mundo, entre la oscuridad y el dolor, es un poder infinito que se vuelve imbatible
ante la adversidad, y que si le conoces bien te volverá invencible aunque estés
en lo más oscuro de la noche, o en el centro de la tormenta.
Si quieres saber realmente lo que esto es, ve a casa muchacho, esta tarde
habrá una fuerte tormenta y no quiero que estés río abajo cuando arrecie la
tormenta y te alcance lo más fuerte de la corriente de este río, pero si quiero
que la observes venir desde la seguridad de tu hogar, este lugar será borrado por esta tormenta, pero no te preocupes por ello, tanto tu como yo lo
llevaremos en nuestros corazones, y el tesoro de lo tormenta no está aquí, está
en tu casa.
Así que si quieres de verdad saber donde está y lo que es, ve a casa y pregúntale a Rosalinda, ya que todo este tiempo ella ha sabido su significado y
su poder, ve y cuidala, ella vale mucho más de lo que imagina tu amor por ella,
tienes un tesoro en casa amigo mío, un tesoro que te llevara, al tesoro de la
tormenta.
Continuará…
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Entre tanto hasta nuestro próximo post.
Una preciosa carta de despedida la que le escribe a David, me apena que no pudiera despedirse de él en persona, pero creo que ya han aprendido el uno del otro todo lo posible. Tengo muchas ganas de leer el desenlace, Anto, este capítulo es precioso.
ResponderEliminarUn beso, amigo
Muchas gracias Chari, debo decir que me ha encantado hacer este tipo de historia por partes, y he llegado a apreciar a los personajes, de igual forma todo lo que empieza tiene un fin y este ha llegado, espero que les guste el siguiente capítulo el cual será el final.
EliminarBesos Chari
Al fin llega a nuestros ojos la carta del viejo Nicolás, que no sólo estará con su amada para la eternidad, sino que además se vio fortalecido por su amistad con David, llegando a darse cuenta de algunas cosas importantes. Así que fue un aprendizaje mutuo.
ResponderEliminarYa le queda a David disfrutar de su tesoro, y eso será en el último capítulo. ¡Un abrazo Anto!
Esa es la esencia de la vida, aprender todos de todos, y que la vida sea un viaje de crecimiento, en el siguiente capítulo que es ya el final esta el tesoro de la tormenta.
EliminarUn fuerte abrazo compañero