¿Papi verdad que mami va a venir
cuando de vuelta toda la agujita del reloj verdad? Con esa dulce pregunta le
cuestionaba un pequeño a su padre, quien con la ternura que solo puede sentir
un padre amoroso con su pequeño respondió –Sí hijo cuando la agujita de toda la
vuelta. Y lo curioso de este bello cuadro fue la frase que salió de entre los
labios del pequeño, ¡Hay pero es que para que de la vuelta la agujita se tarda
un mundo!
Que dulce es la inocencia de un
niño, dentro de su mundo tan práctico y fluido el paso del tiempo que debe
esperar no está medido por horas o minutos, sino a lo que se tarda en dar la
vuelta la agujita del reloj, posiblemente alguien que estuviera observando ese
cuadro inmediatamente observaría su reloj y empezaría a intentar entender esta
frase dentro de su lógica de adulto, pensado a qué aguja se refiere el pequeño,
será acaso que su madre vendrá en un minuto, en una hora o podría ser que el
niño se refiere a la aguja horaria, en ese caso su madre vendrá hasta la tarde.
Pero detengámonos un momento a
pensar como el niño y no como el adulto. En la realidad infantil que
tristemente hemos ido dejando atrás, el tiempo era más lento, nos tomábamos la
libertad de vivir, los amigos que conocíamos apenas hace un instante en los
próximos tres juegos se convertían en el mejor de los mejores amigos y si de
casualidad era el nuevo vecinito a los días después ya era nuestro hermano
postizo que nunca tuvimos.
Podíamos hacer equipo con niños
de cualquier parte en cuestión de tres palabras y además teníamos la confianza
de discutir y pelear por una idea, y luego de terminar el juego ya de nuevo
todo en paz y tan amigos como siempre, pero con el paso de los años y con los
caminos que tomamos fuimos madurando y aprendiendo acerca de: “el mundo real”
que casualmente en anteriores oportunidades hemos dicho que el mundo real lo
hacemos todos, y será según todos hagamos buenas o malas acciones.
Así que hay preguntarnos ¿qué nos
paso?... A ver… si analizamos los dos últimos párrafos a la actualidad de
nuestras vidas sería más o menos lo siguiente:
Ahora el tiempo sentimos que pasa
volando y es común escuchar expresiones como ¡Dios mío ya es diciembre adonde
se fue el año!, resulta que nos dejamos controlar tanto por las preocupaciones
adquiridas y por los compromisos, que permitimos que nuestro tiempo eterno
infantil se viera ahora medido en horas, minutos, y segundos, y ya no como el
paso del sol de un lado al otro del cielo que nos daba el tiempo de luz
necesario para hacer todo lo que hacíamos.
Las personas que conocemos hoy,
primero que nada nos preguntamos, ¿será bueno o será malo?, ¿será de
confianza?, ¿será amigable o explosivo?, y demás preguntas que pasan en nuestra
mente antes de decir ¡hola!, pero no digo que tomar precauciones este mal, nada
de eso, a lo que me refiero es que si todos adquiriéramos los valores de la
buena convivencia quizás nos diéramos la oportunidad de conocernos mejor y con
más sinceridad antes que con desconfianza lo cual ampliaría el circulo de
buenos amigos.
En los trabajos o estudios, a la
hora de hacer equipos con compañeros, primero pensamos en que no nos recarguen
todo el trabajo a nosotros, y además que la nota o la felicitación sea bien
merecida y no ganada por pocos y disfrutada por muchos. Quizás si todos nos
llenáramos de un sentimiento de cooperación y solidaridad como lo es el
instinto infantil, esto no pasara y siempre existirían en abundancia los buenos
equipos colaborativos.
Además en muchas ocasiones
tenemos miedo de expresar nuestros sentimientos por temor a ser agredidos, pero
es importante que para expresar los pensamientos se haga de una manera educada
y cordial que siempre busque el crecimiento mutuo y la crítica constructiva.
¿Qué nos pasó?.... Maduramos, y
en el proceso perdimos un factor importantísimo que si se rescatase hoy en día,
las sociedades estarían mejor, que si estuviese en todas partes seriamos mas
felices ”La Bondad”. Sé que lo que estoy a punto de pedir no será fácil, pero
si te interesa intentarlo te invito a que lo hagas con tus círculos de
confianza.
Aparta un día de tu vida y
permítete ser el niño que fuiste alguna vez, llénate de bondad y ve por ese
día, tratando a todos los de tu circulo con bondad, cordialidad, respeto y
siendo desinteresado, has una buena acción por cada uno que te encuentres, un
favor, un cumplido, por muy pequeño que sea hazlo. Olvídate de tu esclavizador,
“el reloj” (Si quieres esto último mejor que sea en un día libre de trabajo…
por precaución.) deja que el tiempo pase con naturalidad, sin minutos, solo
que la agujita del reloj de vueltas, no ofendas a nadie que por algo te moleste
y permítete por un día, llenarte de libre felicidad de un niño.
Si casualmente al final del día
te gusta la experiencia, al volver al mundo del adulto has una cita contigo
mismo para reencontrarte con tu niño interior de vez en cuando y reta a alguien
más a hacerlo, quien sabe, a lo mejor poco a poco nos vamos llenando de esa
bondad y paz que nos hace falta en todas partes.
Y si quieres saber que paso con
el niño y su padre pues, me alegra contarte que en aquella ocasión hace ya
bastante tiempo mi mamá llego antes de que la agujita le diera la vuelta al
reloj.
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